Prometiste ser el creador de mis sonrisas y lo único que me has provocado son lágrimas. Solías decir que esta amistad duraría siempre, que yo era tu princesa, que me
querías. De alguna manera todas tus palabras me decepcionaron en cuanto soltaste todo eso. El problema no fueron las palabras, sino las razones. Yo jamás te pedí nada más allá de la amistad. Tú lo pediste, y ahora ya no nos queda ni eso...
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